7/7/12

REMIGIO ESQUIVEL DIESTRA


                                            REMIGIO ESQUIVEL DIESTRA


Busto de Remigio Esquivel en la entrada de la Ciudad de Laredo



El apacible pueblo de Cachicadán lo vio nacer el 20 de noviembre de 1892 en el barrio de la Concepción, siendo sus padres don Nemesio Esquivel Guevara y doña Balsamina Diestra Villanueva, quienes además tuvieron otros hijos llamados: Emilio, Eleazar, Artidoro y Luis. Se bautizó en la Iglesia de Santiago de Chuco el 21 de diciembre del mismo año, encontrándose la Partida de Bautismo en la página 23 del Libro de los años 1892-1893. Después de concluir sus estudios de educación primaria, sus padres lo enviaron a Huamachuco para que continuara sus estudios de educación secundaria en el Colegio San Nicolás, destacando por su disciplina y rendimiento. Cuando terminó su educación secundaria, logró ser contratado como maestro de Educación Primaria para la escuela del pueblo El Huayo de la provincia de Pataz, donde se mantuvo por más de cinco años, regresando a su tierra cada vacaciones de fin de año. Al tener conocimiento que en Laredo funcionaba un ingenio que producía azúcar y donde había trabajo, pues los jóvenes se enganchaban para ir a trabajar por contrata en esa hacienda; Remigio dejó la Sierra para viajar a la costa con sus conocimientos y su ilusión en busca de prosperidad.

Remigio llegó a Laredo en 1929 y se estableció como macero, compraba reses, carneros y cerdos y en su casa que estaba ubicada al lado izquierdo del antiguo campo de fútbol El Desengaño, tenía un pequeño camal en donde los beneficiaba para ser vendidos al día siguiente, en el mercado en su puesto de venta de carnes que él atendía y años después amplió el negocio con la ayuda de sus hermanos Artidoro y Eleazar. Como en el Huayo se había desempeñado como maestro de educación primaria, en sus horas libres, enseñaba a los niños en su casa que compartía con su primera esposa y sus hijos, que en total fueron cuatro: Rosita Natividad, Eustimia Sarita, Julio y Segundo Remigio.
Al llegar Víctor Raúl Haya de La Torre a Laredo, en su campaña electoral como candidato a la presidencia en el año 1931, pronunció su Plan Programa, que convenció a Remigio, aceptando las ideas del APRA e ingresando a sus filas, como un ferviente y conspicuo militante, que por tener educación secundaria se convirtió en líder y propagador del Plan Aprista.

Cuando se fundó el Partido en Laredo su primer Secretario General fue el mochero Olegario Yépez, quién tenía su chacra donde están ahora las calles Chiclayo, Lambayeque y Grau, en ella sembraba maicillo para hacer escobas. Remigio rápidamente aprendió la doctrina aprista, constituyéndose en el maestro del Partido en Laredo, transmitiendo a la juventud la buena nueva para los trabajadores manuales e intelectuales, esto le valió ser elegido Secretario General en 1932, siendo un líder que iba de casa en casa, por todas las calles enseñando el credo de ese entonces. Conquistó más adeptos para la causa del APRA, llegando a la conciencia y al corazón del pueblo, en especial de los obreros que trabajaban en la Hacienda, entre los que se encontraba Benito Herrera quien se desempeñaba como ayudante de mecánica en el taller general; también estuvieron sus hermanos Artidoro y Eleazar Esquivel venidos de Cachicadán, con ayuda de Remigio, abrazando la doctrina de su hermano mayor.
Remigio tiene la talla epónima del nivel de “Búfalo” Barreto por su valentía puesta a prueba de balas; maestro de escuela, que le permitió saber apertrecharse y cubrirse de las balas en la toma del Cuartel O’Donovan, saliendo ileso; tan pronto como terminó el tiroteo a las 7 a.m.

Los licenciados del grupo de revolucionarios laredinos después de la rendición de los oficiales del cuartel, los llevaron a la Plaza de Armas con varios cañones, los que fueron emplazados frente a la Prefectura junto al Arzobispado y la Catedral (1), dándole 15 minutos al Prefecto para que se rindiera, izó una bandera blanca saliendo de la prefectura que fue tomada por los revolucionarios a las 10.30 a.m.

El mismo jueves 7 de julio al mediodía Remigio Esquivel con otros laredinos entre los que se encontraban don José Uceda, que sobrevivieron a la toma del Cuartel de Trujillo, llegaron a Laredo, trayendo la noticia del triunfo de la revolución, mostrando varios fusiles que traían al ristre en sus hombros; al llegar a la puerta de la Iglesia, el Sargento Cumpa de la Policía le salió al frente disparando a diestra y siniestra contra los revolucionarios, lo que motivó que Esquivel alzara su fusil, apuntó y de un certero disparo le hizo soltar el fusil al Sargento, perforándole la mano derecha; fue esto lo que amilanó al Sargento Cumpa y a los policías, que saltaron las paredes del local policial por la parte posterior, pasando al local de las oficinas de la Hacienda Laredo, solicitando protección al Gerente de ese entonces don Ismael Barúa Urtecho, padre del Ing. Gastón Barúa Lecaros. Ante esta situación el Gerente intercedió ante los revolucionarios comandados por Remigio Esquivel y José Uceda Otoya, quienes insistentemente le pedían que entregue a los policías, a lo que Barúa se negó, llevándolos a la Iglesia donde los encerró entregándolos a la custodia del cura. Por la tarde los prisioneros fueron trasladados a la Cárcel de Trujillo.

Al día siguiente, Remigio bajó a Trujillo para ubicarse en su puesto de combate en la Portada de la Sierra que comprendía el fundo “El Palomar”. Cuando una Sección del Regimiento de Infantería N° 7 ingresó por la Huaca del Sol, siguió por el Palmo hoy calle Arequipa para ingresar a Trujillo por la calle Unión de la Portada de La Sierra; se encontró con la Trinchera de este lugar a la que la derrotaron (1); el aprista Alejandro Vereau fue apresado y en una confusión escapó y en su huida se encontró con un camión bajo el mando de Remigio Esquivel, con 10 hombres de entre los que se encontraban Olegario Yépez Herrera transportando un cañón de artillería. Cuando ya era de noche, Vereau los guió hacia la Trinchera de la Portada de La Sierra enfrentándose con la tropa en un encarnizado combate que se inclinó a favor de los apristas con el apoyo de un grupo que comandaba Gregorio Piscoya; haciendo que los soldados retrocedieran y huyeran dejando sus armas; pero antes habían herido gravemente a Remigio Esquivel, quién presentaba casi completamente destrozado el hombro por el impacto de una bala de ametralladora y también en la cadera, siendo llevado al local de la Casa Iturregui para ser atendido por la Cruz Roja; como se le tenía que sacar la bala, el día 11 de julio lo internaron en el Hospital de Belén; de donde el 18, fue sacado a empellones, subido a un camión y trasladado a Chan Chan para ser fusilado, no sin antes exclamar: “Y porque no decirlo: que sepa el pueblo y que sepan mis hijos que si muero, muero por una causa justa”. Fueron tantos los muertos, en Chan Chan que los cadáveres de los fusilados no habían podido ser sepultados y estaban casi a flor de tierra, siendo devorados por los perros vagos y por los buitres, que conocemos con el nombre de gallinazos. Despejado el peligro, después de 10 días Artidoro, el hermano menor de Remigio, que también salió ileso de la toma del cuartel, fue a Chan Chan pero no pudo reconocer el cadáver de Remigio. Artidoro fugó hacia su tierra: Cachicadán en donde hasta el año 2003, vive con su familia, recordando los años de entrega de la vida por un ideal como lo hicieron los “Tigres de Laredo”.

Después de cuatro días de dominar la ciudad, el día 11 de julio se produjo la huída de los revolucionarios, desde la ciudad de Trujillo al verse superado por el Ejército; lo hicieron en un contingente de 180 hombres fuertemente armados con los fusiles ametralladoras y frazadas que se capturó en el cuartel, un pequeño grupo optó por ir a Cartavio para refugiarse en Sumanique, un pequeño centro poblado, donde fueron protegidos y cuidados por los macheteros; a los más numerosos los acompañó Agustín “Cucho” Haya De La Torre cuando pasaron por Laredo, tres miembros del grupo, se quedaron porque eran laredinos y allí tenían sus familias, otros también estaban en la misma condición pero prefirieron no arriesgar y continuaron en su fuga hacia la sierra con dirección a las jalcas de Cajabamba, donde se dispersarían trabajando en las haciendas. Conforme iban pasando por los pueblos, los lugareños cerraban sus puertas por temor al verlos armados, pero los revolucionarios les explicaban que ellos los iban a defender y lo que querían era comida, para alimentarse. Por Otuzco el grupo se redujo a 50 hombres, que portaban las medicinas, que habían obtenido del Cuartel, la posta médica y de la farmacia Española, que estaba en la esquina de las calles Ayacucho y Gamarra; fueron repartiendo a los jefes de los caseríos, ganándose confianza y aceptación para ser escondidos y protegidos entre los lugareños; la gran mayoría continuó la travesía hasta Huamachuco sin detenerse, para no ser avistados por la Policía y el Ejército al mando del Mayor Dongo que los perseguía sin poder encontrarlos (2). Cuando comenzó el descenso de la cordillera y divisaron Cajabamba, se dispersaron en parejas, previamente iban delante dos de ellos sin armas para lograr contactos con la finalidad de ser ayudados con alimentos y su ubicación en cada hacienda sin entrar a la ciudad; sólo así pudieron burlar a la Policía que les perdió el rastro. Cuando pasaron nueve meses comenzaron a bajar de uno en uno; pero la gran mayoría se quedó. Uno de los que regresó y se fue a Paiján por ser natural de ese lugar, fue don José De Las Rosas Uceda Otoya; años después regresó a Laredo a trabajar en la Hacienda de Gildemeister, jubilado, y que el 27 de agosto de 2003, cumplió 100 años de edad en su sano juicio quién nos proporcionó esta información.
Otro grupo, continuó por la ruta hacia el Marañón perdiendo contacto con ellos. Todos optaron nombres falsos para no ser identificados.

Cuando el Gobierno dominó la situación revolucionaria en Trujillo, al enterarse que desde Laredo vinieron los que tomaron el Cuartel; el ejército se dirigió a la Hacienda y de casa en casa fueron sacando a los apristas y a todos los jóvenes inocentes los que fueron subidos a un volquete lleno de laredinos, siendo llevados a Chan Chan donde fueron fusilados, sin juicio alguno y dejando en la orfandad a cientos de niños.

Algunos nombres se han podido identificar, siendo la gran mayoría los que quedan en el anonimato. Doña Paula Barreto y don José Uceda refieren; que Alejandro Namay, después de la revolución, se refugió en la chacra de Collantes, junto al cementerio San Carlos, Adán Barreto Cruz, murió en combate junto con Manuel Ledesma y Cayetano; Julio Miñano capturado por la policía y fusilado, el estudiante de secundaria Demetrio Herrera también fue fusilado y su cadáver fue enterrado en Laredo.

La preparación del caldo de gallina que se repartió a los laredinos que salieron para la toma del Cuartel estuvo a cargo de las señoras Carolina Villavicencio y María Sánchez. Doña Emperatriz León de Pretell fue una dama laredina, madre de don Lucho Pretell, y hermana de doña Felicita Alva León fue una dirigente social de muchos quilates, la segunda Presidenta Femenina del Club Unión Laredo y valiente militante del APRA, siendo detenida después de la revolución y amenazada de muerte si no denunciaba a los laredinos que habían participado en la toma del Cuartel, recibiendo siempre la respuesta negativa a los esbirros del Gobierno dictatorial.

"Laredo de Hacienda a Ciudad"
Leoneol Berrocal Neciousup
Profesor UPAO

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